El mundo de los negocios es desafiante. Los cambios tecnológicos, las nuevas tendencias, formas de consumo, la globalización de los mercados, la diversidad de públicos, entre otros puntos, torna compleja la experiencia y el desarrollo de todo tipo de empresa, sea cual sea el rubro en el cual se desenvuelve.
Para que un emprendimiento sea exitoso y logre mantenerse a través del tiempo, con capacidad para generar clientes fieles y llegar cada vez más personas, a modo de alcanzar un crecimiento sostenido, hay distintas variables y circunstancias que deben ser tenidas en cuenta.
Entre estas variables, existen dos tipos: las tangibles y las intangibles. Con respecto a las primeras, se encuentran, por ejemplo, un edificio o lugar de trabajo, la maquinaria y los equipos que se van a utilizar, la calidad y cantidad de los recursos humanos, el tipo de producto o servicio a comercializar, etcétera. Para el segundo grupo de variables, se encuentra un aspecto que ganó relevancia en los últimos tiempos, más aún dentro de la era de la innovación y la digitalización, que es el capital intelectual.
Cada vez más empresas prestan particular atención a este capital que tiene distintas características y afecta a diferentes áreas de un negocio.

¿Qué es el capital intelectual y cómo impacta de manera positiva dentro de un negocio?
El capital intelectual, en tanto variable intangible de una empresa u organización, refiere a los saberes, experiencias, formaciones, habilidades y datos que le otorguen valor agregado a una institución. Una distinción frente al resto de la competencia, un nivel de conocimientos que le permita destacarse o al menos le garantice unicidad en su desarrollo.
Este aspecto, cada vez más cuidado por parte de las compañías, es un activo valioso de carácter comercial dado que es sumamente particular. No todas las empresas pueden presentar un grado de conocimiento o pericia similar, y es un aspecto del cual un negocio puede y debe apropiarse para distinguirse frente a la competencia. El capital intelectual es una variable que genera reconocimiento y reputación, la posibilidad de crear una cierta trayectoria que se aleja de otros, que la vuelve a la empresa única, especial. Reconocer el valor agregado que otorga el capital intelectual desarrollado permitirá mejorar las condiciones comerciales de la compañía.
Al ser una variable intangible, suele ser complejo medir el grado o nivel de capital intelectual de una empresa. Aun así, especialistas dentro del campo de la administración y la ingeniería industrial, consideran que dentro de los aspectos a considerar se encuentran: la base de datos o información – más aún en tiempos de algoritmos y segmentación de campañas; la formación profesional de sus empleados, contemplando las carreras universitarias, posgrados, especializaciones; el funcionamiento diario de la organización, su clima de trabajo y el compromiso del personal con los objetivos trazados tanto a corto como a largo plazo; los años de desarrollo del negocio y el nivel de experiencia alcanzada por la organización en un área determinada; entre otros.
Todos estos aspectos son considerados al momento de evaluar el capital intelectual de una empresa. Si bien, obviamente, puede resultar arbitraria o subjetiva esta medición, dado que no logra ser cuantificable, es importante remarcar que, en muchos casos, la puesta en valor de estos recursos y su posicionamiento frente a nuevos clientes pueden logran hacer la diferencia frente a otras compañías.
Tipos de capital intelectual
Al abarcar tantos sectores de una empresa, el capital intelectual se divide en distintos tipos.
- Capital humano
Refiere al diferencial que ofrece los recursos humanos de una compañía. Contempla su formación, trayectoria y experiencia, motivación, creación y compromiso con la institución, entre otros aspectos posibles a considerar. Este tipo de capital intelectual hoy en día es de los más difíciles de sostener, dado la fuerte competencia entre empresas y los nuevos rumbos que de manera constante buscan los profesionales.
En el pasado, solía ser más común que el personal de una institución se mantenga a lo largo de los años, por décadas. Sin embargo, hoy en día, la rotación y el cambio de lugar de trabajo, se ha vuelto una característica de las carreras de los nuevos profesionales, constituyendo un desafío para toda empresa el sostener un mismo plantel de empleados durante mucho tiempo. Lograrlo, sin duda alguna, generaría un valor diferencial para la institución.
- Capital estructural
Abarca los procesos internos de una empresa u organización, como su gestión, el grado de innovación en sus productos, la cultura organizacional, los objetivos a largo plazo, entre otros puntos. Este tipo de capital intelectual y su construcción, depende de la institución, más allá de los recursos humanos que en ella se encuentren. Es decir, es responsabilidad de la dirección y administración de la empresa, y se mantendrá constante a pesar de la renovación de personal.
- Capital organizacional
Se constituye a partir del tipo de organización de los recursos de una empresa. Contempla el trabajo intelectual, la experiencia de la institución y el desarrollo de los procesos, el cómo la compañía hace uso de sus recursos y los pone en valor. Un aspecto importante de este capital es el orden y la fidelización, tanto de los recursos humanos como de los clientes.
- Capital relacional
El último de los tipos de capital intelectual es el relacional, que implica los vínculos construidos tanto con los actores principales de la compañía como con otros sectores de la agenda pública. Clientes, proveedores, inversionistas, medios de comunicación, funcionarios públicos, organizaciones de la sociedad civil, entre otros, son actores que entran en relación constante con la empresa y que influyen en el grado de capital relacional de la misma.

La importancia del liderazgo en la construcción del capital intelectual
Como se desarrolla a lo largo del artículo, la conformación de un capital intelectual que logre generar valor agregado para una empresa y edificar un diferencial frente a sus competidores, no es sencilla.
Se deben considerar múltiples aspectos de una empresa, lo que significa llevar adelante un liderazgo sostenido en el tiempo que logre afianzar todos los recursos y variables que hacen al día a día de una empresa.
Si bien es difícil, lograrlo puede ser la diferencia entre un proyecto exitoso y otro que quedará en el olvido.